
Del 7/9 al 1/12 pudo verse en Lima la exposición Derecho de Vida en el Centro Cultural de España, cuya curaduría realicé. Este es el texto que escribí para la ocasión:
Derecho de Vida. Tejiendo vínculos ecofeministas en el Perú.
Manos que dibujan, manos que modelan, manos que escriben. Manos que guían, manos que se tocan, manos que tejen. Manos de cuerpos que buscan acompañarse y aprender unos de otros cómo responder a violencias cotidianas y crisis constantes. La exposición “Derecho de Vida” reúne trabajos que comparten una preocupación por las condiciones que amenazan la vida en un contexto marcado por tangibles herencias coloniales y una economía basada en un extractivismo descontrolado.
Estas artistas peruanas materializan visiones nutridas por el ecofeminismo, corriente de pensamiento y acción que hermana feminismo y ecologismo, evidenciando las relaciones entre la subordinación de las mujeres y otros grupos sociales con la explotación y degradación de lo que llamamos naturaleza. Frente a la destructiva alianza entre el capitalismo y el patriarcado, el ecofeminismo promueve prácticas de respeto y reciprocidad entre los seres humanos y todos los otros seres y entidades de las cuales somos ecodependientes.
Respondiendo a coyunturas alarmantes y heridas colectivas, las artistas recurren a medios diversos y colaboraciones variadas, creando espacios para la vulnerabilidad, los cuidados y la belleza. Sus dibujos, textiles, videos y objetos evidencian sensibilidades nutridas por estéticas y saberes que absorbemos cotidianamente al crecer en la disfuncional amalgama llamada Perú. Saberes hasta hace poco ajenos al reconocimiento oficial, recientemente incorporados a los repertorios funcionales a la institución del país como marca. Saberes transmitidos por los cuerpos más afectados por letales conflictos socioambientales, donde se disputan los significados de las palabras agua y nación, tierra y patria.
En Perú y América Latina, las luchas de las comunidades indígenas inspiran y encarnan la idea de Cuerpo-Territorio, concepto ecofeminista para analizar la realidad y proponer formas de resistencia que entienden el cuerpo de las mujeres como un territorio a defender, así como para demandar el reconocimiento de los derechos de la Tierra contra su explotación.
Frente a las tensiones entre las visiones del mundo radicalmente opuestas que intentan cohabitar el país, estas obras se ofrecen como invitaciones a un diálogo intercultural que implica todos los sentidos. Ellas nos convocan a la escucha atenta, a la observación minuciosa, al tacto como sincero contacto, a percibir las sutilezas de intercambios liberados de la dominación antropocéntrica y las jerarquías impuestas por la división entre cultura y naturaleza, humano y no humano.
Contrarrestando horizontes sombríos con cariño y color, este conjunto nos recuerda la potencia regenerativa de la ternura y la solidaridad, cuando nos reconocemos parte minúscula pero significativa de la frágil y compleja red de vínculos que llamamos vida.










En este video puede verse una conversación que tuvimos con la artista participante Gabriela Koc sobre su proyecto El Arte de Parir, que recopila historias sobre derechos reproductivos y cómo los saberes tradicionales desafían relaciones de poder dominantes en el Perú.
Y acá hay una entrevista que me hicieron sobre los contenidos de la muestra y la situación del ecofeminismo en el Perú.
